Me conozco como artista desde siempre. Fui alfabetizado en casa con 3 años y nunca más dejé de leer todo lo que conseguía. Guiado por mi abuelo materno, aprendí todo lo que él pudiera enseñarme sobre química, física, electricidad, biología, microbiología y los más diversos asuntos que él dominaba. Empleado por mi abuelo paterno, aprendí mucho menos de lo que debía sobre la vida, el carácter y la palabra, los negocios y las finanzas (quizá no tomara tanto del mundo si hubiera prestado más atención). Estudié para ser médico, pero fui un artista para la decepción de los dos. Me formé artista y fui a trabajar como ingeniero. Gañé diñero y lo perdi todo para empezar otra vez y más otra. Me casé, me separé y gané un hijo que yo no hice, pero que amo como si fuera mío y que todavía voy a encaminar en su vidita. A los cuarenta años, morí una vida en Brasil para vivir una nueva vida en otra tierra, con otro pueblo, en otro tiempo; al lado de mi superhéroe que se está quedando viejito. Soy dib